Ese es un dicho que escuché hace sólo unos dias y la verdad no lo había oído antes, a pesar de que tácitamente le tenía fe, será porque siempre espero que las cosas sean mejores, o porque le pido mucho a la vida entonces no me conformo nunca, la verdad es que a esta altura no lo sé y tampoco importa. Este año con todo lo que trajo, eso que hizo que muchas cosas cambiaran,esas patadas en la cara a la vuelta de la esquina, esa intensidad y esas energías que demandó, esa prueba que le puso a la historia más linda de mi vida, que me enseñó que el porte de un valor no puede menor al porte del orgullo, a dejarme ser y pensar más con la cabeza que con las bolas, se queda en la memoria, y por lo demás dejando detrás suyo un mareo grande, y es que es el mareo propio de los tiempos violentos, así que no es terrible sino esperable y aceptable. Condiciendo a la vida digo que este año estuvo tan cargado como lo pedí (y de nuevo parece que hay que tener cuidado con lo que pida) y quiero decir que a final de cuentas fue un placer haber vivido nacimientos, muertes y resurrecciones, romper y crear lazos, olvidar y descubrir gente, vivir el cálido amargor de la soledad y aprender a valorar la compañía de los ángeles que están siempre contigo para decir finalmente que quizás lo que me tocó aprender en este periodo no lo podría haber aprendido de otra forma sin importar como haya sido, las cosas son como son y creo que este año me tocó finalmente ganarme un lugar en el mundo, cosa que me ha costado pero que me deja conforme por ahora con la sensación general de haber sorteado obstáculos con la inexperiencia obvia, la emoción intensa de la novedad y una valentía de caballero desarmado. Se va este añito y ya mucho más tranquilo le dedico estas lineas porque la falta de quehaceres te permite comenzar y concretar cosas que es a lo que voy este otro año asi que, hasta la fecha te digo, grande 2007.
