
Siempre encontró que lo más cómodo era tener las manos en sus bolsillos, y la fría tarde más razones le daban para hacerlo. Al caminar no vio más que lo evidente de lo que en ese momento era su vida; una caminata, una sopaipilla, un cigarro, una frase de auxilio y una lágrima escondida, muy escondida, casi como para echársela al bolsillo pero inamovible, en lo absoluto, era como el pesado bolso de otro hombre del que se hablaba por aquí. En ese momento, podía suspirar muy fuerte, pero esos suspiros no eran iguales, no eran los suspiros de rebasado de antes sino las ganas de sacar lo de adentro, las ganas de expulsar todo, desde lo que era ya hasta lo que pudiera llegar a ser, decía él, mejor vacío que con llagas y para eso...suspiraba fuerte con el alma cansada, escuchaba estupideces que le hacían más cómoda la existencia y apretaba los puños cuando no entendía algo, cuando se hacía la misma pregunta de todas las mañanas y pasaba la respuesta a lo inconcebible, así de simple, así de drástico, sino simplemente no se levantaba. La calma, en una ciudad de noche, fría, de pocos olores y la prisa del propio cuerpo por llegar pronto a casa, pocos olores y la absorción que te toma en cuanto te sientas o cierras los ojos, pocos olores y menos sensaciones vívidas. Una maldición y un agradecimiento, todo junto y revuelto, un apretón de dientes, pegar la cabeza al vidrio y al final una sonrisa, ese momento lo describe todo .... recuperando el dulce aroma and talking by the soul
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