(...)Un presentimiento después de la tragedia hizo que su loca oreja derecha ardiera, pensando en lo delirante que ya parecía esta sensación y en lo inexplicable del presentimiento. Poco se demoró en sentir en su pecho una tranquilidad ciega pero firme como un muro de concreto. Escuchó a su corazón y supo de que se trataba. Ya se había cansado de escucharlo, ya había aprendido a adivinar pero ya no quería hacerlo más, quizás por el velo negro que llevaba puesto y que hacía ya de sus esperanzas algo inerte e inútil, sin más que presentir para no morir con la verdad que ya lo había golpeado antes por sus esperanzas. Al otro día forzosamente abrió los ojos sin pensar en lo que pensaba día a día al despertar, con la imagen de lo que la realidad le exigía, entereza, aceptación, fortaleza y concentración. Al salir de su morada casual experimentó la falta de la melodiosa compañera que había integrado a su espíritu y de nuevo apareció el presentimiento de ayer, ese extraño, firme e improbable presentimiento que había nacido sin las cargas de los anteriores el día anterior y pudo caminar, en silencio y con prisa a cumplir sus obligaciones del día. Su solución al presentimiento que sobre todo hacía brotar incredulidad fue reírse del poco de esperanza que ahí quedaba, burlarse del único guerrero firme que aún medio muerto y debilucho quedaba en esa batalla. Con eso luchó hasta llegada la tarde cuando el recuerdo de lo que antes había esperado y nunca llegado le recordó que el velo negro ahí estaba y que con fuerzas que no le eran propias podría sacar. Un paradero fue escenario de la lucha campal intensa entre el muro del presentimiento y la sospecha de que todo seguía igual, que lo que venía era más de lo mismo. En tal lucha, hizo un nudo en el corazón y se contuvo, se cerró, para esperar que pasara lo que fuera y no salir con una daga envenenada nuevamente en el pecho. Al caminar, nada más hizo que no mirar, dejar que la costumbre y la inercia actuaran, porque ya había decidido no dejar entrar y si era necesario declarar una guerra hasta que el presentimiento no hizo más que cumplirse a cabalidad. Ya sabía, no podía ser deshonesto, pero no se había preparado, no para escuchar, sino para sentir, y tal hecho provocó que una nube espesa bajara, que su pecho se anulara por un rato y que la amarra de su pecho se retorciera, nunca imaginó la fuerza que había en el nudo, cosa que lo impresionó y que además le dijo "ahora no es tu turno"y claro que no lo era, el flujo estaba detenido y sus energías se gastaron haciendo el cerco, ya no habían para romperlo, para eso era necesario ese alguien más. En él no había rabia, odio o resentimiento sólo lejanía y desconfianza pues entendía que muchas veces los flujos son demasiado perecederos y ya no quería liberar su ser a una corriente inconstante, a lo que nunca pudo predecir que podía cambiar de rumbo y también porque la dureza del nudo no lo permitió. Ahora necesita cual fénix, renacer de sus cenizas rompiendo el nudo, necesita sentir esa fuerza externa que quiere romper el nudo y tomarlo de la mano sacándolo de su estado inerte y reconoce abiertamente que esta vez no le corresponde y que la lucha es contra el tiempo antes que el nudo asfixie el pecho de una vez y para siempre. A ti, quien pretende hacerlo, te deseo, como siempre lo he hecho, la mayor de las suertes y las fuerzas que yo miro a tu lado y desde arriba en que termina esta historia. Y así puedo nuevamente, escuchar los sonidos del silencio que llaman hacia la calma y la paciencia....talking by the soul, listening the sounds of silence.
martes, 29 de mayo de 2007
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